Por: Olmedo Morales M.
Defendamos la CSS
Con la administración del Dr. Arnulfo Arias M., (1941), se inició el proceso mediante el cual los trabajadores y empleadores se comprometían a sacrificar un porcentaje de sus salarios para garantizar la provisión de atención médica, medicamentos y beneficios colaterales, tanto al cotizante como a sus “beneficiarios”, para enfrentar un retiro acorde a los pagos realizados. Lo poco o mucho que sabemos sobre el funcionamiento de nuestra acosada Caja de Seguro Social no indica que la Institución debía existir para servir de botín político partidista, mafias internas que lucran desde entonces con sus recursos, (los del Seguro) refugio de funcionarios incompetentes (1/3 de los casi 25 mil que existen hoy día sin asignaciones pero amparados por gremios” intocables ”), hombres y mujeres vestidos de blanco, celeste o “encorbatados” muchos de los cuales solamente firman y se van porque hasta los pagos llegan por Internet, (esto les evita tener que presentarse a las ventanas de pago).
Lógicamente que imaginamos no era la intención al crearse esta Institución. Se trataba de la consagración de derechos sociales, producto de luchas de hombres y mujeres alrededor del planeta.
Gobiernos antes, durante y después de la dictadura militar, se han encogido de hombros ante la repulsa de los asegurados a quienes nos han asaltado la paternidad de la CSS, jugado y violado nuestros derechos para dizque “compartir” con los que jamás han aportado, el producto de nuestro esfuerzo, nuestro sacrificio y nuestras privaciones.
El cuento de la “medicina solidaria” jamás justificará que unos 800 mil “paganinis” de la entidad, brindemos cobertura de salud a 3.5 millones de panameños porque el Estado que es el mayor deudor de la Caja, irresponsablemente no puede atender a sus compromisos con hombres, mujeres y niños que jamás han cotizado. Responsabilidades que en países socialmente complicados, como México, han sido asumidas.
Quienes por hemos utilizado poco o mucho los servicios de la CSS, aplaudimos logros y esfuerzos de profesionales, pero cuestionamos el proceder de quienes disfrutan con el resquebrajamiento de su estructura, inclusive “trabajando” dentro de ella. Hemos escuchado versiones positivas de logros profesionales contra las enfermedades y malestares de los usuarios de sus servicios. Pero, también nos lamentamos por el hecho de que en centros como el Hospital Regional de David, en salas para seis pacientes, cinco no son asegurados y solamente uno mantiene su carnet y ficha. ¿Quién es el usurpador? ¿Por qué no brindar al asegurado el producto de su inversión social con justicia? ¿Por qué el gobierno no atiende su obligación o compromiso con la salud de los nacionales que no aportan a la CSS? ¿Por qué se han permitido por años el desgreño administrativo y las calamidades económicas por las que atraviesa la CSS y que amenaza con destruirla de una vez por todas? ¿Acaso no merecemos respeto los asegurados del país?
Indudablemente muchos panameños han coincidido con nuestras inquietudes y las han plasmado por doquier. En todos los idiomas y géneros. Gobernantes y opositores. Promesas de transparencia e incumplimiento de las mismas.
Por años muchos han hecho negocios turbios con las finanzas de la CSS pero con la benevolencia de grupos cercanos a los poderes que “legalizan” las operaciones trastornando así el mejor desempeño institucional hacia sus legítimos propietarios. Y se hacen planes, y nombramientos y jugosos salarios para “talentosos” expertos sin embargo, no se ve la luz al final del túnel y nuestra vigorosa entidad ha soportado como las simbólicas torres de Panamá La Vieja, los embates de gobernantes aprovechados de las bondades que ha permitido la inocente decana de la institucionalidad panameña.
¿Hasta cuándo se permitirán la incapacidad y deslealtad profesional, la falta de insumos, los errores mortales, la intransigencia, la descortesía y desde luego una mejor atención a los asegurados.
Inclusive, podemos hacer un ejercicio bastante sencillo ahora que el mundo cibernético nos facilita tanto acceso a las conclusiones estadísticas. Consultemos a los asegurados si desean que los políticos dirijan la CSS, su administración y el usufructo de sus beneficios y servicios. La respuesta será el deseo del asegurado de que de una vez por todas se inicie la reingeniería total de un sistema caduco y viciado. NO a las manos de políticos comprometidos solamente con sus mezquinos intereses, gremios radicales que cobran sin trabajar, parásitos enquistados en el vientre institucional en fin; dar al César lo que es del César y al asegurado su humanitario derecho a la salud y un retiro digno, decoroso y justo.
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