Quizás nada de lo que podamos expresar en materia de análisis mediático sobre la actuación del equipo de gobierno encabezado por el empresario Martinelli Berrocal, pueda tener impacto cuando nos citen una vez más a las urnas para calificar los resultados de su gestión. Por primera vez después dictadura (1968-1989), se elevó al rango presidencial un dirigente que no era miembro de partidos tradicionales y los electores nos animamos en un contundente 62% por una oferta electoral que promovía “cambios” para superar el estancamiento de pobreza en que vive un tercio de la población nacional desde 1900.
Hemos sido testigos de una forma de gobierno con sus debilidades y virtudes pero que mantiene enquistados los garrafales errores de los políticos mediocres, que consiste en creer y aferrarse a su verdad: "tengo el poder y también la razón."
La carencia de auténticos líderes nos mantiene gravitando en la espera de un “mesías” que cada vez parece más distante, más inalcanzable; a objeto de mantener vivas las esperanzas de redención hacia nuestros asociados.
A dos años del inicio de la actual administración hemos vivido sobresaltos en el comportamiento de políticos gobernantes que han resultado mediocres ejecutivos que al igual que sus antecesores, han depuesto los intereses de los ciudadanos en beneficio de sus compromisos políticos dentro y fuera del país. Convenios o contrataciones locales y extranjeras, han incrementado las carteras de gastos y posterior costo a todos los que pagamos impuestos.
Las promesas electorales no han sido cumplidas en su gran mayoría posiblemente porque— como señala el Presidente— sus señalamientos son particulares y no representan la decisión de sus seguidores (caso nominación de J.C. Varela).
Lamentablemente, los opositores políticos muy poca moral les asiste al momento de ofrecer “consejos”, basados en sus errores. Las escaramuzas políticas a lo interno de los colectivos impiden que los funcionarios-políticos, se concentren en sus obligaciones hacia quienes pagamos sus salarios a cambio de servicios y se impide el avance y desarrollo de programas que se anquilosan por la falta de dinámica en la ejecución y se pierde valioso tiempo que jamás será recuperado o dineros que nunca serán reembolsados. Se ha pensado una vez más en los años “por venir” que en los “años para gobernar". La politiquería impera en cada administración, impidiendo el pleno desarrollo social y la mejor utilización de los recursos del Estado en beneficio de todos.
Insistimos en que Panamá es una promesa de Nación en donde siempre renace la esperanza de mejores días porque sus hijos así lo han de demostrar. No obstante, aunque apostemos por la juventud, debemos reflexionar sobre la manera de educar generaciones capaces de superar los traumas que hemos heredado de quienes han debido ser conductores de los mejores intereses nacionales. Los reportes estadísticos son indicadores de ventajas económicas empresariales y nos preguntamos, ¿para quiénes? Falta mucho por ver: desde el desenlace de la alianza hasta los resultados de la gestión 2009-2014. Los giros que se observan a nuestro entorno en la disputa por los espacios políticos reflejan lo mucho que tenemos que madurar para salir de la mediocridad y percatarnos de la importancia que tiene el crecimiento en la formación política para obtener verdaderos soportes del sistema democrático. Tal vez así garanticemos la extinción de los vicios de sociedades gobernadas por dirigentes improvisados.
Pero usted debe sacar sus propias conclusiones. No se trata de emitir simplemente un voto a favor o en contra, se trata de que ese privilegio se defienda a base de compromiso honesto y sobre todo exigiendo que se tome en cuenta la participación ciudadana responsable a la hora de las decisiones. La Patria es una sola y todos debemos ser garantes de su futuro. P4
Publicado por: Olmedo Morales M. (olmedomoralesm@gmail.com)
[Artículo Revista Placacuatro - 2da. edición 2011]
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