Por: Nixa Gnaegi de Ríos [Artículo Revista Placacuatro - 2da. edición 2011]
Este es el título de un capítulo del libro “Basta de Historias”, del autor Andrés Oppenheimer, en el que nos explica cómo en Latinoamérica queremos atribuir la pobreza en el sector rural a múltiples factores y no dedicamos suficiente tiempo y recursos a la educación. El pasado 23 de marzo, se publicó en el periódico La Prensa el artículo “Oferta Exportable y Pobreza”, el cual en esencia, culpa al agricultor de la pobreza en el campo, argumentando que éste no orienta su actividad a la exportación de productos sofisticados como hidropónicos… ¿De alto rendimiento...?
El autor en su artículo, no menciona a los verdaderos responsables de la pobreza rural. Vemos como Gobierno tras Gobierno dilapidan millones en programas para desarrollar la agricultura. Estos programas, en el fondo, siempre han buscado impactar al sector agro, con el fin de captar adeptos para sus partidos políticos y posibles votos en la siguiente campaña.
Lo peor es que aún culpan de este desastre al agricultor, quien sufre los embates de las decisiones erradas de quienes desde sus oficinas refrigeradas, juegan a dejar vivir o condenar a morir a rubros, como el caso de la cebolla. ¿Cómo podrán hacer frente a sus compromisos los agricultores en estos momentos en que se autorizó la importación de cebolla? El precio por quintal es de B/.20.00 (veinte balboas) en el campo, mientras que, la libra de cebolla para el consumidor no baja de B/. 0.60.
Entonces señores economistas del “Centro Nacional de Competitividad”, ¿dónde está el problema? Ustedes que tienen acceso a estadísticas, conocimientos más profundos de cómo se genera la riqueza, ofrezcan recomendaciones que fortalezcan las competencias del hombre que trabaja la tierra.
Necesitamos más capacitación en el agro a todos los niveles, ya que desde el más humilde labrador, hasta el agricultor progresista, necesita apoyo gratuito para mejorar la rentabilidad de su actividad. El Estado no debe escatimar recursos para ello. Ya hemos invertido grandes sumas en el desarrollo de competencias para el panameño que trabaja en el sector de servicios y en el área del Canal. Ojalá que de los 40 millones que el MIDA tiene presupuestados para el desarrollo del agro en el periodo 2010-2014 y que menciona Zambrano en su artículo, gran parte esté destinado a capacitación. De lo contrario no veo cómo podrán los agricultores
pagar sus deudas, por más subsidiadas que éstas estén.
Deseo agregar que, lo que más me impactó del artículo de Zambrano fue la cruel caricatura que manda un mensaje devastador del sector agro al ciudadano que simplemente hojea los periódicos (que son la mayoría de los lectores). Quizás la caricatura de un agricultor saludando con su birrete, desde un moderno tractor con cabina, aire acondicionado y elementos como los que ya se están utilizando para la agricultura de precisión, podría reivindicar la negativa imagen que se proyecta a los estudiantes que estamos formando para garantizar la seguridad alimentaria de Panamá.
Los panameños que aún vivimos en el interior y nos dedicamos a formar profesionales para que tengan las competencias que requieren los héroes del campo, que sí ven un futuro manejando un tractor, no podemos más que esperar con paciencia la formación de los nuevos educadores comprometidos con el Panamá rural. “Capacitación + Educación”, es la principal receta para derrotar la pobreza en nuestra área.
Al reflexionar para escribir este artículo, recordé el chiste del pastor que se rehusó a contratar los servicios de un economista, argumentándole lo siguiente: “Ustedes los Economistas opinan donde nadie les ha llamado, nos dicen lo que ya sabíamos y no saben nada de nuestro negocio, porque como abono inicial, usted tomó en vez de mi oveja, a mi perro”. P4
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