Por Iván Serracín. Especial para Placacuatro
El autor es Abogado Marítimo, residente por 7 años en la ciudad de Oslo, Noruega.
Noruega vivió el viernes pasado su día más negro después de la segunda guerra mundial. Fui testigo, a seis cuadras de distancia, de la explosión de la bombas detonadas en los edificios gubernamentales, -destrozando en su totalidad las oficinas del primer ministro noruego, Jens Stoltenberg.
Dos horas después del ataque y de haber vivido la incertidumbre que este tipo de situaciones causa, otro incidente sembraba inseguridad y temor en cada habitante de esta generalmente pacifica ciudad. Un hombre, ahora identificado como Anders Behring Breivik – abrió fuego en un campamento juvenil del gobernante Partido Laborista a las afueras de Oslo, donde el primer ministro debía dar una conferencia al día siguiente.
La policía ha confirmado que ambos sucesos han dejado numerosos heridos y al menos 76 muertos. El número de víctimas mortales que han dejado estos “ataques sangrientos y cobardes” todavía está por confirmarse y la propia policía noruega ha dicho que puede elevarse debido al número de heridos en estado de gravedad. En el corazón de la capital, se han confirmado ocho muertos resultados de la fuerte explosión.
Al parecer, el asaltante llegó al campamento juvenil y se identificó como policía, alegando que había llegado como refuerzo tras las explosiones en la capital y, poco después, empezó a disparar indiscriminadamente. Medios noruegos informan que, tras irrumpir el agresor y abrir fuego se desató pánico y decenas de jóvenes concentrados en el campamento, algunos de ellos heridos, trataron de huir nadando. Según relataban testigos, algunos de ellos lograron ponerse a salvo en botes que navegaban por el fiordo.
Medios noruegos identifican a Anders Behring Breivik como afín a los ambientes ultraderechistas y, según diarios locales, había colocado mensajes en internet declarándose nacionalista y enemigo de la sociedad multicultural.
Después de un fin de semana triste y con los ánimos opacados por el incidente del viernes, más de 150,000 personas participaron este lunes en la denominada 'Marcha de las Rosas' en Oslo y otras ciudades noruegas para rendir homenaje a las 76 víctimas mortales del doble atentado. En Oslo, los ciudadanos han desfilado con flores y antorchas por el centro de la capital, cerca de donde explotó el carro bomba, encabezados por el príncipe heredero Haakon y el primer ministro noruego, Jens Stoltenberg.
Al cierre de la concentración, en la plaza de la alcaldia, Haakon ha subrayado en un discurso que "hoy las calles están repletas de amor", y ha recalcado que si bien nadie dará marcha atrás a los atentados del pasado 22 de julio, los noruegos sí pueden "mostrar rechazo al acto de violencia perpetrado, hemos decidido enfrentar al odio con unidad”.
Tengo que confirmar que me siento muy abrumado por haber vivido tan trágico evento: al resonar de la explosión me hizo recordar esos truenos que sólo lluvias tropicales en Panamá traen, sin embargo, esta era una explosión de odio y terror y cada país del mundo debe luchar por evitar este tipo de actos, evitar que la sociedad se desmoralice de tal manera que los valores o la vida humana no tenga importancia. Tomemos ejemplo de este suceso y hagamos cada día lo mejor de nosotros, siendo modelos de unidad y valores a las futuras generaciones. El primer ministro noruego manifestó que "Si un hombre puede mostrar tanto odio, piensen cuanto amor podemos mostrar todos"
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