No tienen idea de las vueltas, investigaciones, consultas, encuestas y peroratas que he tenido que protagonizar para redactar esta columna de fin de año. Hasta por Twitter pregunté, y eso es mucho decir.
Indignado puede ser un cristiano, mahometano, judío, islámico, ateo o cualquier ser vivo racional. No interesa su localización sino, su condición de tal, pues el indignado puede coincidir con sus similares en uno o varios aspectos ya que la descripción más o menos se ajusta a una persona que está molesta, incómoda, avergonzada o apenada por situaciones que se dieron, se han dado o seguirán sucediéndose si no renovamos votos de buen comportamiento social para tratar de remediar el status quo.
Este año los críticos han considerado que España ha sido el foro donde se ha iniciado el movimiento que da a conocer los argumentos de los responsables de tanta indignación social. Pero no han sido los primeros. En el ayer de la historia humana, también hubo indignados, que lejos de provocar mejoras multiplicaron las nefastas realidades. Uno de ellos, Stephane Hessel reiteró su justificación del enojo ciudadano y la obligación de no callar ante las situaciones actuales que han convertido el mundo "en un lugar muy injusto" porque entre tantas contradicciones, "los políticos se han convertido en marionetas a la voluntad de la economía de los mercados en vez de luchar por conseguir una sociedad basada en verdaderos valores cívicos, morales, humanos y sociales."
Es una absoluta realidad que no vivimos en el mundo que anhelamos pero, ¿por qué no? ¿Cuál ha sido nuestro aporte para combatir las injusticias sociales y vivir en un mundo donde se respete la ley, la honorabilidad y el crédito de las personas? Donde edifiquemos realmente a quien lo merece. Donde se elimine la brecha entre un puñado que nada en la riqueza y millones que se asfixian en desiertos de miseria, hambruna y malestar. ¿Qué hemos aportado para que las leyes sean justas y defiendan los derechos ciudadanos elementales? ¿Qué hemos hecho para evitar que la mujer, el niño o discapacitado sea vulnerable ante la codicia de traficantes amparados por mafias que manipulan los poderes políticos? ¿Cómo asumirán sus responsabilidades los gobiernos otrora poderosos, cuando por el despilfarro e irrespeto en el manejo de la "cosa pública" han tenido que salir a pedir limosnas para reestructurar sus naciones en bancarrota?
A mi encuesta encontré todo tipo de respuestas. La gente siente indignación entre otras cas porque: la educación carece de sustancia, rechazamos a Dios, el terrorismo nos quita la paz, la gente dice que el aborto no es asesinato, el voto no se respeta, la mentira es aceptada y patrocinada, la gente tire basura en las calles, los estudiantes no se interesan por la cultura, la desintegración familiar, en nuestro país se ignora la responsabilidad de los militares en el desgaste social, las familias abandonan a sus miembros más débiles (niños, ancianos, enfermos, adictos), el secuestro, el maltrato a los animales, el periodismo vendido, el robo de los dineros estatales, la falta de estatura moral de los políticos, los subsidios injustificados, las contrataciones directas a escondidas, la rosca gubernamental, la intención de compra de tierra para un complejo deportivo cuando el Municipio de David ha regalado los terrenos, por cuestionados caprichos
políticos entre tanta insolencia desfasada.
Hemos observado y seguiremos encontrando demostraciones públicas de indignación. Esperemos que estos movimientos nos acerquen a la realidad y nos obliguen a cambiar. Como dice Juanes, "La vida es un ratico.” Cada quién tiene el deber y el derecho de hacer de la suya, una vida digna y el resto de los mortales, respetar esa dignidad.
Cuando estaba “en el cierre” de mi columna hubo el alboroto porque queríamos (los periodistas) y mucha gente, mirar entre barrotes y con una placa en el pecho al último exdictador de Panamá, acaso cabe aquí el hecho de que, al no lograrlo podemos sentir indignación o frustración hasta “la otra vida”. Since- ramente lo dejo a sus respetados criterios y que Dios les bendiga. P4
Este año los críticos han considerado que España ha sido el foro donde se ha iniciado el movimiento que da a conocer los argumentos de los responsables de tanta indignación social. Pero no han sido los primeros. En el ayer de la historia humana, también hubo indignados, que lejos de provocar mejoras multiplicaron las nefastas realidades. Uno de ellos, Stephane Hessel reiteró su justificación del enojo ciudadano y la obligación de no callar ante las situaciones actuales que han convertido el mundo "en un lugar muy injusto" porque entre tantas contradicciones, "los políticos se han convertido en marionetas a la voluntad de la economía de los mercados en vez de luchar por conseguir una sociedad basada en verdaderos valores cívicos, morales, humanos y sociales."
Es una absoluta realidad que no vivimos en el mundo que anhelamos pero, ¿por qué no? ¿Cuál ha sido nuestro aporte para combatir las injusticias sociales y vivir en un mundo donde se respete la ley, la honorabilidad y el crédito de las personas? Donde edifiquemos realmente a quien lo merece. Donde se elimine la brecha entre un puñado que nada en la riqueza y millones que se asfixian en desiertos de miseria, hambruna y malestar. ¿Qué hemos aportado para que las leyes sean justas y defiendan los derechos ciudadanos elementales? ¿Qué hemos hecho para evitar que la mujer, el niño o discapacitado sea vulnerable ante la codicia de traficantes amparados por mafias que manipulan los poderes políticos? ¿Cómo asumirán sus responsabilidades los gobiernos otrora poderosos, cuando por el despilfarro e irrespeto en el manejo de la "cosa pública" han tenido que salir a pedir limosnas para reestructurar sus naciones en bancarrota?
A mi encuesta encontré todo tipo de respuestas. La gente siente indignación entre otras cas porque: la educación carece de sustancia, rechazamos a Dios, el terrorismo nos quita la paz, la gente dice que el aborto no es asesinato, el voto no se respeta, la mentira es aceptada y patrocinada, la gente tire basura en las calles, los estudiantes no se interesan por la cultura, la desintegración familiar, en nuestro país se ignora la responsabilidad de los militares en el desgaste social, las familias abandonan a sus miembros más débiles (niños, ancianos, enfermos, adictos), el secuestro, el maltrato a los animales, el periodismo vendido, el robo de los dineros estatales, la falta de estatura moral de los políticos, los subsidios injustificados, las contrataciones directas a escondidas, la rosca gubernamental, la intención de compra de tierra para un complejo deportivo cuando el Municipio de David ha regalado los terrenos, por cuestionados caprichos
políticos entre tanta insolencia desfasada.
Hemos observado y seguiremos encontrando demostraciones públicas de indignación. Esperemos que estos movimientos nos acerquen a la realidad y nos obliguen a cambiar. Como dice Juanes, "La vida es un ratico.” Cada quién tiene el deber y el derecho de hacer de la suya, una vida digna y el resto de los mortales, respetar esa dignidad.
Cuando estaba “en el cierre” de mi columna hubo el alboroto porque queríamos (los periodistas) y mucha gente, mirar entre barrotes y con una placa en el pecho al último exdictador de Panamá, acaso cabe aquí el hecho de que, al no lograrlo podemos sentir indignación o frustración hasta “la otra vida”. Since- ramente lo dejo a sus respetados criterios y que Dios les bendiga. P4
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