'En este país de igualdad de oportunidades constitucionales y legales, ya los que carecen de recursos para disponer de gruesas sumas de dinero para comprar votos –cada vez a más alto precio– no pueden aspirar a los cargos de elección popular, a menos que un político adinerado les respalde con la natural secuela de sumisión al mismo’. -Clara González de Behringer, 1968.
Redacción: Placacuatro
Fuentes: Notas de Celia Moreno, Yolanda Marco, Vannie Arrocha y Jorge Giannareas
Una de las reglas no escritas de Placacuatro, es la de llevar a nuestros lectores perfiles de actores cotidianos de la chiricanidad por medio de entrevistas personales. Pero en nuestras pesquisas por ofrecerles novedades, nos encontramos con un nombre que nos ha llamado la atención por su historia poderosa y vanguardista. Hablamos de Clara González de Behringer (1900-1990), una mujer cuyo rostro hemos considerado un deber llevar a ustedes, a pesar de su fallecimiento, hace más de 20 años.
La participación de la mujer en nuestra sociedad actual es algo tan regular que pareciera que nunca hubiera sido de otra manera. Pero no es así. La educación y el voto femeninos eran materia fantástica hace poco más de 50 años.
Clara González nació el 11 de septiembre en el distrito de Remedios, provincia de Chiriquí. Hija del inmigrante español David González, carpintero y albañil y de Basilia Carrillo Sánchez. Hermana de Consuelo, Fernando y Marcelino. Según su familia, su ascendencia mostraba rasgos indígenas ngäbes. Su padre se negó a entregar armas y víveres a los liberales que desembarcaron en Chiriquí a principios de 1900, lo que le costó sanciones severas que obligaron a la familia a abandonar el país y asentarse en Costa Rica hasta finales de 1903 o inicios de 1904. Recibió instrucción primaria entre Remedios y Soná, en la provincia de Veraguas. Inició estudios secundarios en la Escuela Santa Familia, (Ciudad de Panamá) dedicada a formar a la mujer en labores del hogar, hasta que consiguió una beca en la Escuela Normal de Institutoras, donde obtendría el título de maestra (1918) y fue la primera mujer en obtener el título de Licenciada en Derecho en 1922 en la Escuela Nacional de Derecho; pero no pudo ejerce esta profesión, pues en Panamá les estaba prohibido a las mujeres. Fueron múltiples sus reclamos al presidente Belisario Porras en el sentido de que modificara la legislación para que se le permitiera ejercer como abogada. Su tesis de graduación “La Mujer ante el Derecho Panameño”, se convertiría en uno de los primeros estudios sobre la situación jurídica de la mujer de aquella época.
Para una profesional brillante en un tiempo de opresión legitimada, la necesidad de ofrecer un marco legal que incluyera a la mujer activamente en el quehacer nacional era urgente. Clara González, Sara Sotillo, Elida Campodónico, Rosa Navas y muchas otras visionarias, formaron un movimiento feminista denominado “Renovación” con el objetivo de lograr una mayor participación de las mujeres en la vida pública así como el sufragio femenino. Este movimiento fue la base del Partido Nacional Feminista, (1924) el cual luchó por dos décadas por la emancipación social, política, cultural y económica de la mujer. A fin de capacitar a las mujeres para el ejercicio de los derechos reclamados, Clara fundó la Escuela de Cultura Femenina (1923-1930), en la cual se impartían clases de política, historia, cívica y otros conocimientos. Durante su vigencia, la Escuela tuvo una matrícula que osciló entre 400 y 500 alumnas.
En 1929 esta chiricana hizo historia al convertirse en la primera mujer latinoamericana en obtener un Doctorado en Leyes (New York University, New York, E.U.A.) y se dedicó a luchar por la adopción de importantes reformas legales en áreas como la protección de la familia, la maternidad, los menores de edad, los derechos políticos de las mujeres y principalmente el voto de la mujer. Fue contratada en 1930 como profesora de sociología, economía política y ciencia política en el Instituto Nacional de Reforma Agraria, donde impartió clases hasta el año de 1937. Al inaugurarse la Universidad de Panamá, la doctora Clara González fue allí profesora de Criminología Juvenil, Tribunales Juveniles y Derecho de Familia, cursos especiales que impartió entre 1937 y 1939. En 1940 contrajo matrimonio con el ingeniero norteamericano Charles Behringer, quien trabajaba en la Zona del Canal. En 1944 fundó el Partido Unión Nacional de Mujeres, que tuvo una destacada actuación en ocasión del rechazo del Convenio Filós-Hines tres años después.
En 1936, Clara González iba a ser postulada como candidata a diputada sobre la base de que la frase “son ciudadanos los panameños…” incluía a hombres y mujeres y por tanto la ley electoral que hablaba de que sólo los “varones” podían votar era inconstitucional. Clara tenía el respaldo de juristas como Moscote que había sido su profesor y al que ella era muy cercana. El debate fue muy ácido y hubo torcedera de brazos (como siempre) pues Clara había encendido una luz en el camino que ya nadie podía apagar. Al final se le negó el derecho a postularse pero hubo el compromiso de modificar la constitución y las reglas electorales. De esos compromisos salieron las normas de la Constitución de 1941, que no le reconocen a la mujer sus derechos políticos plenamente, sino que hacen una mera concesión para las elecciones municipales. La cédula de identidad –que en ese tiempo era un librito rojo— no era la misma para el hombre y la mujer –la de la mujer era un librito azul. Para el pleno reconocimiento habría que esperar a la Constitución de 1946. La primera norma jurídica que consagró este reconocimiento fue la ley electoral que reglamentó las elecciones de la constituyente de 1945. Clara se postuló pero no fue elegida. Entonces fue nombrada vice Ministra de Trabajo, Previsión Social y Salud Pública en el gobierno liberal de Enrique Jiménez. Antes había sido Directora del Instituto de Vigilancia y Protección del Niño resultado de su labor pionera de sacar los temas de protección de la niñez del ámbito de policía administrativa en que lo ubicaba el Código Administrativo para elevarlo a una obligación del Estado de asistencia social. El Instituto se creó en 1942 a instancias suyas, pero se le ubicó en el Ministerio de Gobierno y Justicia. Con la constituyente, en septiembre de 1945, el Instituto fue trasladado al Ministerio de Trabajo y Salud Pública, más a tono con la función que debía desempeñar. El posterior gobierno de Arnulfo Arias creó el Tribunal Tutelar de Menores, nuevamente dentro del Ministerio de Gobierno y Justicia, pero nombró a Clara como Juez. Esa entidad era más una instancia de política social que de oficio jurisdiccional. Clara fue la primera Juez del Tribunal tutelar de menores y ejerció el cargo por dos períodos. Cuando se retiró en 1963, en una entrevista que le hizo la entonces joven periodista Rosamérica de Vásquez, dijo que “en Panamá no se había comprendido la verdadera función del tutelar de menores”. Probablemente Clara murió incomprendida.
La trayectoria de esta mujer impresiona por sí sola, más aun, considerando que le correspondió abrir senderos en un tiempo en el que todo estaba por hacer en materia de derechos femeninos. Ella rompió paradigmas y sentó bases para que las mujeres del presente disfruten de una vida con acceso a condiciones de igualdad. Su solidaridad humana la llevó a luchar por los más débiles: mujeres y niños, por medio de la docencia y el liderazgo responsable. En 1947 fue la primera mujer postulada como candidata a la segunda vicepresidencia de la República, dentro de la nómina del Partido Renovador. Su esposo falleció en 1966. La pareja no tuvo hijos.
Esta gran mujer, abogada, educadora, política y gran líder feminista, no ha sido olvidada. Yolanda Marco y Anayansi Turner publicaron sendos libros sobre su trayectoria e ideas. La Unión Nacional de Abogadas otorga el premio “CLARA GONZÁLEZ DE BEHRINGER” a una profesional del Derecho que se destaque en los diferentes campos de la vida ciudadana. El 10 de abril de 2010 se inauguró la Biblioteca Pública Clara González de Behringer en Remedios, Chiriquí. Hoy Placacuatro le dedica este artículo a fin de documentar una vida inspiradora. Gracias Clarita. P4
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