miércoles, 19 de octubre de 2011

4 TIEMPOS - OPTIMISMO

Por: Enrique Jaramillo Alvarado

Pido disculpas anticipadas, por atreverme a escribir sobre tema de semejante profundidad, que tantas controversias e interpretaciones ha motivado entre grandes pensadores universales, pero lo hago, de forma muy fugaz, porque como verán al final de este escrito, sólo deseo reconocer ese importante aspecto que adorna la personalidad a muchos de nosotros, los chiricanos: el Optimismo.
Se trata de una doctrina filosófica que tiende a juzgar y ver las cosas en su aspecto más favorable. Es la tendencia a esperar que el futuro sea resplandeciente obligando a enfrentar las dificultades que se presentan en la vida, con ánimo y firmeza, rescatando, así, lo positivo de cada momento difícil. Muchos aseguran que el hecho de ser optimista implica tener buen humor, más perseverancia y gozar de mejor salud y ello indudablemente, ayuda a lograr el éxito.
El optimismo impide caer en la apatía y depresión ante las adversidades de la vida, imponiendo lo positivo de nuestras capacidades, aun cuando algunas veces los objetivos no resultan como los pensamos; entonces se convierte en una actitud de constante “recomenzar”, de volver a analizar y a estudiar las situaciones para encontrar la naturaleza de las fallas que nos impiden lograr nuestras meta. (Éstas son situaciones normales porque si las cosas no fallaran, nunca nos equivocaríamos).
La mayoría de nuestros fracasos se originan de falta de cuidado y reflexión, generalmente producidos por la inexperiencia, de manera que el verdadero optimista no vacila un instante en buscar alternativas para mejorar los objetivos que se ha propuesto mediante consulta a tercera persona, sin que ello desmerite en lo absoluto su esfuerzo personal e iniciativa, porque sería un acto de indescriptible soberbia y estupidez pensar que sólo nosotros poseemos el conocimiento, sabiduría y recursos necesarios para salir triunfantes en todo evento que nos proponemos.
Una de las características de mayor relevancia en la personalidad de un optimista es la carencia absoluta de ingenuidad, no dejándose llevar por ideas prometedoras, porque muy por el contrario, analiza bien las posibilidades antes de tomar alguna decisión.  Como ejemplo clásico tenemos  a una persona que inicia un negocio propio sin tener el capital necesario y sin conocer a fondo el funcionamiento administrativo del mismo.  Por muy optimista que sea, sin duda alguna, fracasará en su empeño.  Igualmente nos engañamos inventando una falsa realidad para hacernos la vida más placentera y cómoda cual es el caso del estudiante que no se prepara debidamente para aprobar sus exámenes finales, esperando sacar las calificaciones mínimas y salir del paso, sin querer aceptar que ese falso optimismo lo llevará tarde o temprano a un irremediable fracaso.
Como lo dijera al inicio, las consideraciones arriba descritas las originó el hecho que a continuación relato:
En una dinámica de grupo realizada en la capital, con el propósito de escoger candidatos para laborar en relaciones públicas de una empresa multinacional, a los tres últimos aspirantes mejor clasificados, se le hizo la siguiente pregunta; “¿Que le gustaría que dijeran, en el velorio de su cadáver”?
El primero dijo:
“Que fui un gran ingeniero y muy buen padre de familia”.
El segundo respondió:
“Que fui un hombre maravilloso, excelente esposo y un profesor de gran influencia en el futuro de la juventud”.
El tercero, por coincidencia Chiricano, contestó:
“Jueputa, si se está moviendo, el muy cabrón”.
Fue escogido, al paso, por optimista. P4

No hay comentarios: