COLUMNAS: LA ESQUINA DEL TRISKEL
- Una mujer ¿nace o se hace?
Por Klenya Morales
Hay cosas que damos por descontadas.
Quizás pienses que hay milagros que se hacen solos mientras tú duermes.
¡Qué equivocado estás!
La despensa llena. Que el
presupuesto alcance. Que la chequera esté balanceada. La ropa limpia y
planchada. La lonchera lista. Las citas del seguro. Pagar las letras
del carro, la hipoteca, la luz, el agua. Que la casa esté limpia para
que nadie estornude. Que los invitados queden satisfechos. Que las
paredes estén limpias. Que la lavadora sirva. Que los carros tengan
gasolina antes de que vuelva a subir. Que los niños aprendan a rezar.
Que se corten el cabello. Que los uniformes estén listos, las tareas
hechas y los regalos de los cumpleaños comprados.
Bastas hechas. Botones cosidos.
Comida caliente, variada, apetitosa, nutritiva. Que todos coman.
Música adecuada en la radio. Karate, ballet, guitarra. Acudiente.
Todo a tiempo.
Regia. No se acepta menos. Blower al día. Mechas, tratamientos
manicure y pedicure. Vestir de última. Ir a correr tres veces por
semana. Cremas antiarrugas. Piel perfumada. Ocho vasos de agua al
día. Comer ensalada hasta el hartazgo. Amante complaciente, dispuesta e
innovadora.
Profesional de éxito. Sin lugar para
errores. Dividida entre sus emociones y su carrera. Creativa,
receptiva, tolerante, inteligente, equilibrada. Administradora de
problemas. Mediadora de conflictos. Ingeniera de soluciones.
Hermana, hija, amiga. Todos cuentan
contigo. La que sabe de amor. De disciplina. De la comida del perro.
De las manualidades. De la masilla. De la tarea que se quedó en casa.
De las ecuaciones que no ves desde hace 20 años.
Líder política. Doctora. Maestra.
Emprendedora. Estratega. Policía. Jefa. Ama de casa. Decoradora.
Bella. Perfecta. Mujer.
Si tu casa es un hogar, no es por
arte de magia. Es porque una mujer tomó las riendas y puso todo en
orden. Porque se fijó en los pequeños detalles. Porque pintó libélulas
en una esquina. Porque enmarcó las fotos importantes. Es porque las
Úrsula Buendía, las Juana de Arco, las Margaret Tatcher o las Isadora
Duncan estamos en todas partes, siendo cómplices de Dios en hacer de
éste, un mundo en el que valga la pena vivir.
No necesito que le coloquen género a
cada sustantivo que se refiere a mí para sentirme tomada en cuenta. No
necesito marchar para demostrar mi humanidad ni mi derecho a decidir.
No necesito quien me adoctrine sobre cómo realizarme y cómo no. No
necesito que me laven el cerebro. Sé lo que pienso de mí misma. Sé que
me falta mejorar y estoy dispuesta a hacerlo.
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