viernes, 23 de septiembre de 2011

Juan B. Gómez, la digna terquedad

Por:Paco Gómez Nadal                                Fuente: Culturama

Chiriquí es un lugar extraño. Esta provincia de Panamá se considera nación y se comporta como tal. Pare seres orgullosos y comprometidos con lo suyo y, como en el caso de algunos, con lo universal. Juan B. Gómez era uno de esos personajes.
Las biografías de Juan B. Gómez, que alguna saldrá si la justicia tiene pluma, dirán que era periodista. Yo, que lo conocí hace dos años y medio en el estudio de radio que parecía su hogar, diría que era un ser humano.
Esta redundancia no lo es. Y no lo es porque estamos en tiempos de deshumanización, de seres animados (y algunos animales) sin alma que los conmueva y sin causas que los hagan caminar. Un ser humano, si lo es, busca el conocimiento y ansía la honestidad; se reconoce en los Otros y pelea cuando la justicia o la dignidad es pisoteada.
Conocí a Juan B. Gómez de la mano de Milagros Sánchez Pinzón, otra de esas chiricanas que hace patria con la pluma. Y Juan B. no se pavoneó ni me restregó sus 60 años de trabajo periodístico, sino que, en un acto de humildad, se interesó por mi débil caminar, por mis torpes líneas. A partir de ahí, la confianza reforzada cuando descubrimos que nos interesaban temas similares.
Con Juan B. Gómez se ha ido uno de los apoyos fundamentales de los activistas chiricanos que luchan por la conservación del ambiente en la provincia más amenazada por hidroeléctricas y proyectos descabezados. Juan B. Gómez, que se pudo haber beneficiado de publicidades o platas manchadas de espanto, apostó por su provincia y por su gente. Denunció con esa autoridad moral que te da el tiempo y una vida en la que no hay trapos sucios escondidos bajo las palabras.
Ha muerto después de vivir y de luchar. Y eso no hay mucha gente que lo pueda decir. Una muerte así sólo se tiene cuando la vida de uno ha sido digna. Me temo que la de él lo fue. No significa que yo coincida con todo lo que él pensaba ni que compartiéramos los mismos anhelos, pero es que para respetar no hace falta ser igual, sino comprobar que el Otro es limpio, que el otro busca el bien, sea desde la posición ideológica o espiritual que sea.
No es Juan B. Gómez el único héroe cotidiano que yo he conocido en Chiriquí. Nombro solo algunos.
Roger Patiño y Melva Miranda, esa pareja incansable, ilusionante, necesaria… Roger ha cabalgado, caminado y luchado por Chiriquí desde hace décadas y, ahora, en un trabajo poco conocido en la capital del país, junto a Melva siguen rescatando y potenciando el patrimonio cultural de cada uno de los municipios de la provincia al tiempo que arrancan al Estado con terquedad infinita infoplazas para lugares donde, de no ser por ese esfuerzo, no llegaría ni un cable.  Roger también fue el creador, en 1988, del semanario Culturama que, hoy, con Milagros Sánchez al frente, es un dinamizador de la vida intelectual de los chiricanos.
Antonio Singh y su empeño en mantener la calidad y la apuesta del Boquete Jazz Festival, sin la fama ni el apoyo que tiene Danilo Pérez, pero con esa quinta energía que los chiricanos sacan de la tierra y las raíces.
Raquel Coba de Boyd, Yaritza Espinosa, Javier Grajales, Ezequiel Miranda o tantos otros ecologistas que han salido de veredas y barrios, han dejado la comodidad de la familia y han incomodado a las mismas para lucha por sus ríos, por sus montañas, por sus comunidades. Es una tarea dura y desagradecida pero sin gente como ellos, seguro, el mundo sería peor.
Faltan muchas y muchos en esta pequeña lista, pero me parecía justo que Juan B. Gómez se vaya con un último empujón a sus gentes y a sus causas. Se ha perdido parte del patrimonio de dignidad de Panamá y 2011 ha sido un mal año para esa cuenta de ahorros imprescindible en cualquier sociedad. Se me vienen  ala mente otros dos luchadores fallecidos este año: Esteban Durán, el viejo activista Naso que plantó su alma frente a las indignas máquinas de Empresas Públicas de Medellín y ante la vergonzosa corrupción de los políticos de Bocas del Toro y Panamá; y Raúl Leis, pluma y mente fundamental para entender este país y activista incansable en la construcción de un país más justo y equitativo (por cierto, les recomiendo visitar el hermoso homenaje que está construyendo su hijo Raúl Alberto Leis Arce en la red: http://www.raulleisr.com). Que la paz que buscaron todos les acompañe ahora en su regreso a la tierra.

Amor por la lectura

Juan B. Gómez

Dice Roberto Eisenmann que él anhela los momentos de soledad para dedicarlos a leer y escribir. Y al señalar el placer que le produce dedicarse a la lectura, sin interrupciones ni molestias, recordé a muchos otros que también amaban "el arte de leer".
Vargas Llosa dijo hace poco, que en él la lectura es un "vicio" que no quiere abandonar. Y el gran escritor español Menéndez y Pelayo dijo en los últimos momentos de su vida: "¡Qué pena, morirme cuando tengo tantos libros buenos que no he leído todavía!".
Humildemente confieso: que yo también he amado la lectura toda la vida. Durante la adolescencia y mocedad leía todo lo que caía en mis manos. Y mis últimos años universitarios los pasé, tal vez más en la Biblioteca Pública Nacional que en la Universidad.
Y saber que, como Menéndez Pelayo, tampoco podré por el tiempo que me queda de vida, leer todos los libros que esperan en mi biblioteca.
A la Biblioteca Pública de David he regalado más de mil libros; y a la de Culturama, más de quinientos. ¡Y cada día compro más! Es un vicio, como dijo Vargas Llosa.
Creo que fue el Dr. Diego Domínguez Caballero, quien dijo en una de sus clases, que quien ama la lectura no puede ser hombre de mala índole.
Hace unos quince años me sorprendió Doña Noëlle de la Guardia, regalándome El Quijote en dos volúmenes enormes, con ilustraciones del pintor Doré. Esa magnífica edición del Quijote perteneció al inolvidable médico Jaime de la Guardia, quien fue rector de la Universidad Nacional. Los dos gruesos volúmenes los llevé a la oficina de un amigo en el centro de David, para beneficio de quienes quisieran ojearlo o leerlo; Ahí estuvieron hasta hace algunos años; y ahora se me ocurre que, como estamos celebrando el Cuarto Centenario de la publicación del Quijote, regalarlo a la Biblioteca Pública de David. Espero realizar esta operación próximamente.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Los trapos sucios se lavan en Twitter


Por Dustin Guerra

El título de este artículo no nació de la creatividad de un editor. Por lo contrario, alguien lo colgó en Twitter  en momentos que el presidente Ricardo Martinelli cruzaba mensajes con el vicepresidente Juan Carlos Varela.
A pesar de que Twitter apareció hace varios años, no es hasta ahora cuando gana protagonismo en Panamá.
Si no tiene una cuenta en Twitter, es mejor abrirla, porque todo está pasando en esa red social. Los diputados, sin importar el partido político, tienen sus cuentas y se la pasan enviando mensajes a sus enemigos políticos.
No se despegan de su teléfono inteligente ni para ir al baño.  Incluso, algunos dicen que en la Asamblea los debates en el Pleno no son tan candentes como en el Twitter.
 Los expertos dicen que las redes sociales generan una sensación de dependencia especial. En el caso de Panamá, ya ni siquiera convocan a conferencias de prensa porque las reacciones se conocen primero en Twitter.
El presidente Ricardo Martinelli es un experto en disparar las redes sociales. La oposición lo acusa de manejar el país por Twitter.
Martinelli, hasta ayer tenía 104,855 seguidores y había enviado cerca de 579 mensajes, muchos de ellos explosivos.
El vicepresidente Juan Carlos Varela, tampoco se queda atrás, y con la ruptura de la alianza, sus primeras palabras fueron a través de su cuenta. En medio de ese caos político, sumó miles de seguidores hasta alcanzar los 32 mil.
Si algo tienen las redes sociales es que también permiten a los ciudadanos expresar su opinión libremente.
Desconocidos se han hecho famosos en Panamá con sus fuertes comentarios.
Cuando las redes sociales se convierten en la única  tribuna para resolver las diferencias es que llegan los problemas. Desaparece el diálogo cara a cara y todo lo quieren decir en 140 caracteres.
 Insultos, ofensas y declaraciones de guerra. Todo sucede  on line.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Juan Bautista Gómez Amador

 Por: Milagros Sánchez

El laureado periodista Juan B. Gómez Amador nació el 21 de agosto de 1931 en David, Chiriquí. Sus padres fueron Abel Gómez Araúz y Blanca Amador de Gómez.

Realizó estudios primarios en su ciudad natal y finalizó los secundarios en el Nido de Águilas.  Ingresó a la Faculta de Filosofía y Letras de la Universidad de Panamá, pero no terminó la carrera.

Durante diez años prestó servicios en el Ministerio de Relaciones Exteriores, actividad que le permitió ejercer la diplomacia en Argentina, España, Suiza, Brasil y Hong Kong.

De regreso a su país, en 1970, se dedicó por entero al periodismo. El 9 de noviembre de ese mismo año inició su Radioperiódico Impacto, con un horario de 6:30 a 7:00 p.m. en Radio David, propiedad de Francisco Moncada Luna.  Luego de cuatro años en esta emisora, se trasladó el informativo a La Voz del Barú, regentada por la firma de Guillermo Tribaldos (hijo), y Lorenzo Esquivel, bajo la gerencia de Rubén Darío Samudio.  Entonces, Impacto se emitía en dos horarios: 7:30 a.m. y 6:30 p.m.

Entre 1976-1977, Impacto se trasladó a la emisora de Osman Ferguson y el 5 de diciembre de 1978 llegó a Radio Chiriquí, donde permanece hasta el presente. Este programa ocupa uno de los primeros lugares en sintonía en el nivel provincial.

Don Juan mantuvo por más de treinta años su columna periodística “Al margen de los temas”, en diferentes medios. Ha escrito numerosos ensayos sobre temas diversos y sus artículos han sido reproducidos en diarios y revistas de otros países. Su primer libro, también denominado Al margen de los temas, fue editado en los años setenta y tuvo una segunda edición en la década del ochenta.

Juan B. ha sido declarado periodista del año en varias oportunidades y ha participado como orador y conferencista en diversas actividades educativas y cívicas.  En 1996 ganó el Premio a la Excelencia Periodística, auspiciado por el Colegio Nacional de Periodistas y el Consejo Nacional del Tabaco, que consistía en una medalla de oro y un premio de 3,000 dólares.

En 2005 editó Mi vida en el periodista, 50 años de lucha, obra que también recoge algunos de sus artículos más destacados en su larga carrera periodística.  Y en 2008, lanzó Compendio de sabiduría y buen humor, que recoge fragmentos de las obras por él leídas y consideradas las más grandes dentro de la literatura universal.   Selecciones complementadas con frases célebres de personajes relevantes de la historia.

Actualmente, continúa brindando, de lunes a sábado  su programa de noticias y comentarios en Radio Chiriquí y escribe con regularidad para la prensa escrita nacional.

            Después de apreciar este sucinto recuento de la vida de Juan B. Gómez, nos atrevemos a afirmar que  se trata del único periodista cultural de la provicia de Chiriquí, ya que tanto su programa radial como sus artículos en la prensa escrita estån cargados de referencias literarias, anecdóticas y didácticas que reflejan el profundo bagaje intelectual del mismo.

La segmentación que ha realizado de su  radioperiódico: Para que usted lo sepa, Para hablar y escribir mejor en Español, El consejo del día nos dice, La nota selecta y, finalmente, La fábula del día, implican una profunda contribución educativa para sus radioescuchas quienes generalmente lo vinculan  y se identifican con alguna de estas secciones.
 Lo mismo sucede con sus artículos periodísticos. En éstos las citas, los refranes y las experiencias de los más grandes hombres (de huellas positivas y negativas) de la historia universal son vertidos para comparar, aleccionar y reforzar sus planteamientos analíticos en torno a las vivencias cotidianas del ciudadano panameño y del mundo.

En sus obras, Al Margen de los Temas, Premio a la Excelencia y Mi vida en el periodismo,  presenta sus vivencias y puntos de vista de manera extraordinaria y singular.   Estas, que son antologías de sus articulos,   son los archivos de su vida, son retazos de una historia que reflejan el agitado discurrir del escenario humano. La mente de Don Juan danza en un perpetuo movimiento, tocando diferentes latitudes, diferentes temáticas, diferentes circunstancias. Sobre esta dinámica racional, su agudo y diversificado pensamiento se mezcla de manera oportuna y magistral con los escritos, ideas y reflexiones de escritores monumentales como Cervantes, Goethe, Ortega y Gaset, Unamuno y otros; logrando de esta forma, relaciones anecdóticas con carácter y coherencia, donde se perfilan descripciones y matices marcadamente intensos.
                 
La versatilidad intelectual del periodista Juan B. Gómez queda evidenciada al manejar de manera holística la política, la filosofía, la psicología, el nacionalismo, la libertad, la justicia, la grandeza y la bajeza humana, la dignidad, entre otros tópicos. Todos ellos son abordados continuamente por este periodista radial y escrito, así como literato, con una prosa versátil y de dimensiones elevadas.
           
Aunque Juan B., es conocido como periodista y no como filósofo, sus intervenciones radiales y sus ensayos periodísticos están impregnados de reflexiones críticas, cuya riqueza filosófica son propias de un conocedor o estudioso de los problemas de la vida, así como de la búsqueda de sus razones y sentido básico.
            En el quehacer periodístico de Don Juan, se encuentran cuestiones profundas e inquietantes, así como un saber estricto y riguroso acerca de las cosas que de una u otra forma afectan la existencia. En ese devenir diario donde se agita el periodista, los artículos de Juan B., sobreviven con serenidad ilustre y clásica, entre los extremos del existencialismo sartreriano. Se manifiestan con valentía ante las adversidades de la vida provinciana y nacional, cuestiona con firmeza los hechos, los individuos y los ejes de poder o reconoce con nobleza, la honorabilidad y la grandeza de los hombres y mujeres  de esta tierra o de otras tierras; todo ello amalgamado dentro de un exquisito vitalismo anecdótico.
           
 En un mundo en proceso de cambios y mutaciones constantes, la serena y penetrante pluma de este periodista, hace periodismo de altura. Su expresión literaria se forja con espíritu independiente y principios éticos, mostrando los complejos problemas del existir con un destello excluyente y radical; y es que Juan B., a diferencia de los sabios que hacen profesión de saber, es indudablemente un amante de la sabiduría, es decir, un filósofo sin más.
           
Pero es en torno a la grandeza y a la bajeza, a la justicia y a la injusticia, a la libertad, a la dignidad y el servilismo donde la pluma y el pensamiento de Juan B., adquiere dimensiones épicas.

Aparecen continuamente en las intervenciones radiales y en las galerías antológicas de Juan B. Gómez, los rostros de la justicia, la grandeza, la libertad y la dignidad, rostros  apacibles y diáfanos, respaldados por la razón  y que los hace asomar con autoridad, delineando los más elevados horizontes de las virtudes humanas.  

Pero Juan B. Gómez también hace aparecer la parte sombría de los contrarios, los  valores negativos, cuya esencia parece ser el nutriente de una sociedad hedonista y corrupta que él trata de combatir con su verbo y su pluma.

            Los escenarios que Juan B. plantea en su mundo periodístico, son escenarios reales, los tinglados de la vida, donde diariamente se saborean la amargura y la dulzura, los golpes y las caricias, donde se abrazan el bien y el mal, generando el odio o el amor de la vivencia individual o colectiva. Estos son los escenarios de las contradicciones, los escenarios del filósofo alemán Inmanuel Kant cuando intenta a través de la razón pura y práctica resolver las realidades existenciales y paradójicas del mundo.
           
Hay muchos y variados ángulos en los que se puede enfocar, analizar o discutir la obra periodística de Juan B. Gómez. No obstante, uno de los fenómenos más importantes en torno a su persona es que él  ha sido el periodista que más ha escrito en Panamá durante los últimos cincuenta años. Esto engendra un significado de profundas repercusiones históricas, porque tuvo que escribir por más de veinte años bajo las presiones de la dictadura militar. La  “paz armada” que se respiraba en Panamá, la noche oscura de la Patria, que cayó de 1969 a 1989, fue iluminada esporádicamente por el pensamiento de hombres valientes como Juan B.  Hombres que arriesgando sus vidas y seguridad personal, convirtieron su voz y su  pluma en espadas brillantes que rasgaron la absurda oscuridad, lo justo como para haber visto más allá del abismo y darse cuenta de que aquellos tiempos prohibidos eran marcados con las huellas de la miseria y la miserableza emanadas de la fuerza bruta militar. Fuerza que en colaboración con una fauna civil, parásita y servil, tomó al país por asalto, saqueó sus recursos y asesinó sus esperanzas.

Juan B. Gómez es, en definitiva, por sus largos años de entrega a la prensa radial y escrita de Chiriquí  y Panamá, el periodista de la grandeza y la libertad, el periodista filósofo del espíritu libre.